sábado, 28 de agosto de 2010

Los delirios del mariscal Jeffes

El año pasado, vaya a saber uno que links me llevaron a él, lo encontré. Había escuchado ese tono telefónico en tantas oportunidades que acabó por hipnotizarme y haciéndome desear su posesión a pesar de mi fobia a esos dispositivos de telecomunicación diseñados para transmitir señales acústicas por medio de señales eléctricas a distancia cuya invención se disputan aún los partidarios de Alexander G. Bell y de Antonio Meucci.

Supuse la primera vez que lo escuché, que se trataba de Laurie Anderson, pero conocía toda su discografía y descarté la hipótesis inmediatamente. Pasaban y pasaban por la pantalla de la tele las animaciones del programa que lo utilizaba como cortina y al final, a la hora de los títulos, el resultado siempre era el mismo: nada.
Ante tamaño desconcierto los partidarios del tema, suponiendo que se trataba de una operación conspirativa, acabamos llamándolo simplemente “el tema del programa de Caloi” y pasado un tiempo considerable nos olvidamos de él.
Estimo que debieron transformarse las variables sociopolíticas del país para que por fin lo hallara, que éstas le describieran un escenario más acorde, más favorable para que se me aparezca y por supuesto, que alguien tuviera la buena idea de subirlo a You Tube mixturándolo con secuencias de Metrópolis de Fritz Lang.
Telephone and Rubber Band es el título, ese elusivo objeto de mi deseo y se lo debemos a a The Penguin Cafe Orchestra y especialmente a su fundador, Simon Jeffes (1949-1997) .


TPCO surgió como consecuencia de una intoxicación, algo que ocurre frecuentemente en el mundo de la música, en esta oportunidad la causa no fue un producto vegetal o sintético sino un fruto de mar consumido por Jeffes en la costa francesa alrededor de 1972 que lo llevaría a padecer alucinaciones. A los pocos días, mientras se recuperaba y disfrutaba del cálido sol del sur galo recordó una de las visiones: un hotel donde la gente estaba alienada y buscaba la felicidad y además una frase absurda: "Soy el propietario del café Pingüino. Te diré cosas al azar". Según Jeffes, esta reminiscencia de sus alucinaciones fue la clave que lo llevaría a componer un tipo de música que se convertiría en su sello personal.


A esta información se puede acceder por todos los canales hoy conocidos, sin embargo –y esto es lo que siempre me motiva- otras biografías y otros personajes se entremezclan, uno de ellos, la propia esposa de Jeffes, Emily Young, es una destacada artista plástica británica que diseñó las surrealistas cubiertas de los discos de TPCO y es nada menos que la Emily que Syd Barrett veía jugar en la alborada psicodélica de Pink Floyd.

No hay comentarios:

Publicar un comentario